¿Sabías que…… tomar agua en la hora correcta maximiza su efectividad en el cuerpo humano? 2 vasos de agua después de despertar ayuda a activar los órganos internos. 1 vaso de agua 30 minutos antes de comer ayuda a la digestión. 1 vaso de agua antes de bañarse ayuda a bajar la presión sanguínea. 1 vaso de agua antes de irse a dormir evita apoplejías o ataques al corazón.

Patricia Cánepa Carrau - Asesora para el tema "Agua" para PTSS

domingo, 6 de marzo de 2011

El arte de hacer llover





Los rainmakers han perfeccionado las técnicas para hacer llover sobre un actor, un auto e incluso cuadras enteras. La tarea, que antes solo estaba en manos de los bomberos, se ha profesionalizado. Bombas, mangueras y picos de agua sirven para satisfacer las necesidades de lluvia que van desde tormentas hasta garúa y nieve. Uno de ellos cuenta cómo hace esos trucos cinematográficos.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Cuando a Federico Forcella un cliente le dice "quiero mucha lluvia" está siendo literal. No está hablando de deseos ni de milagros. No mira al cielo buscando cómplices ni cierra los ojos para rezar. El cliente lo pide con los pies bien apoyados sobre la tierra, esperando (exigiendo) que tal día a tal hora se desate una tormenta. "No, tormenta no, mejor una garúa. Sí, que sea una llovizna", puede llegar a especificar.

Forcella, por su parte, no se encomienda a los dioses para hacer su trabajo. Tampoco mira el pronóstico meteorológico. Simplemente se reúne con su equipo y planifica. Piensa en términos de litros, de ángulos, de alturas, de grúas, de mangueras. Si trabajan bien, comenzará a llover justo después de mencionada la palabra "acción", y finalizará luego de "corten".

En la industria audiovisual, su oficio lleva el nombre de rainmaker, que en español significa "hacedor de lluvia", lo cual no tiene nada de místico y, por el contrario, todo de físico y químico.

FX Uruguay. Es el nombre de la empresa de este treintañero descontracturado que dirige un taller en el barrio Buceo junto a otros técnicos jóvenes igual de descontracturados. Allí, entre herramientas, cajas, pinturas, taladros, risas y cachivaches de todo tipo, estos expertos en efectos especiales se las ingenian para hacer realidad la magia del cine.

Para ser exactos, el efecto lluvia es solo uno de los rubros en los que trabajan. Es que el mercado local no es lo suficientemente grande como para dedicarse únicamente a ese fenómeno climático, como sí sucede en países como Argentina.

Sus fuertes son las escenografías y utilería de packaging de productos para cine y publicidad. Ellos son, por ejemplo, los encargados de "maquillar" los vasos de cerveza ("siempre con dos dedos de espuma") para que den ganas de meterse en la pantalla y beberla de un sorbo. Y son quienes montaron una casa de 100 metros cuadrados dentro de la piscina del Campus de Maldonado para que Toyota rodara un comercial que transcurre enteramente debajo del agua. "Eso fue muy difícil", confiesa Forcella sentado sobre el césped del fondo de su taller, que también es su casa. Difícil porque la escenografía se levantó sin sacar el agua y, por lo tanto, buceando.

Ese trabajo subacuático y una escena de lluvia de la película Ceguera (Blindness) -adaptación cinematográfica de la novela Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, dirigida por Fernando Meirelles- fueron las tareas más desafiantes de su carrera.

"Esa fue la primera vez que hicimos llover en dos cuadras", recuerda a propósito de la escena rodada sobre la calle Colón. Meirelles les había pedido "mucha agua" y para cumplir, Forcella y otros 16 técnicos montaron un sistema de abastecimiento en todas las azoteas, con 17 picos de lluvia distribuidos a lo largo de esos 200 metros. "Tiramos 150.000 litros de agua", cuenta y suspira, por la dimensión de aquella tarea.

La lluvia que hace FX Uruguay es de 180 grados, tiene un abanico de seis metros de largo y una gota regulada con picos. En esos vértices se define el tipo de efecto que se va a conseguir. Hay picos que tiran 100 litros de agua por minuto y otros que mandan 40 litros.

Para Ceguera se usaron unos bautizados como "tiburones". Estos picos fueron inventados por Forcella luego de que en la primera prueba de la escena en cuestión surgiera un contratiempo. "Les dije a todos que vinieran, que se iban a mojar. Largamos los picos y el viento nos corrió el agua. O sea: llovió, pero en la otra cuadra", explica y se ríe. Al día siguiente nacieron los "tiburones", que tiran gotas gruesas, mejores para enfrentar al viento.

Como queda claro en el ejemplo, no hay maquetas en este trabajo, todo se prueba en el escenario real, todo es ensayo y error.

Hasta hace cinco años, la demanda de rainmakers la cubrían los bomberos. De hecho, hoy siguen siendo una buena opción, pero para escenas más sencillas. Sucede que una cosa es que la acción transcurra dentro de un auto mientras llueve afuera o una en la que el personaje mira la lluvia a través de una ventana, pero otra muy distinta es conseguir el efecto real en dos cuadras y en un plano con mucha profundidad de campo.

"Al ver para afuera, con que esté la calle mojada alcanza, no precisa que esté lloviendo más allá del plano porque estás haciendo foco en los que están adentro del auto y los vidrios", ilustra Daniel Fernández (Cappi), otro técnico en rodajes, integrante de una cooperativa llamada Los Tipos, que ha tenido que hacer llover más de una vez.

Y agrega: "Por más volumen de agua que uses, si la escena está mal iluminada y el encuadre no es el correcto, es inútil, no sirve. Se pueden echar 20.000 litros y capaz que alguien más experto lo hace con 500, y la cámara lo ve igual". Una anécdota de Ceguera que cuenta Forcella ilustra este asunto. (Ver recuadro)

La especialidad de Los Tipos son efectos aéreos como los que se observaron en la película El Tigre y el Dragón, donde los actores se movían por los aires con la ayuda de arneses. "Para esto hay que saber muy bien cuál es el valor de plano. Colgar a una persona es fácil, lo difícil es hacer que ese movimiento sirva para desarrollar la escena", señala. Por eso, y porque llegan a trabajar a 15 metros de altura, es que hay trapecistas en su equipo.

Ilusión blanca. "La nieve es muy complicada" dice Federico Forcella y vuelve a suspirar. Difícil o no, él, su equipo y Federico Álvarez lograron mostrar una Montevideo creíblemente nevada para un comercial de helados Conaprole.

Para empezar, lo que parece nieve es en realidad sal. Se pueden utilizar otros elementos, pero, según Forcella, "a la sal no le gana nadie en un primer plano. Después, en el fondo, puede ser cualquier otra cosa". Para crear los copos de nieve se utilizan turbinas que escupen pompas de jabón trituradas. "Es una máquina que hace espuma y que sale picada a través de la turbina; lo que la hace muy similar a la nieve". Y para crear el efecto de que cae del cielo, se coloca esa máquina sobre grúas.

Las cantidades de sal también dependen del director, del presupuesto y de las ambiciones del cliente. Por ejemplo, para el caso de la escena nevada de la Peatonal Sarandí (ver foto página anterior), se utilizaron 30.000 toneladas porque así era lo que exigía el cliente, Vodafone.

Al momento, es la publicidad la que alimenta la mesa de estos especialistas en FX. Los trabajos en cine son pocos y esporádicos. No obstante, lo que Forcella y Fernández recalcan es que hoy Uruguay está a la altura de otros países en la capacidad, técnica y humana, de hacer efectos especiales.
"Empecé barriendo los sets y aprendí"

Tanto Federico Forcella como Daniel Fernández son técnicos de cine autodidactas; aunque el primero tiene un diploma en Diseño de Interiores. Fernández tiene 20 años de experiencia y Forcella fundó su empresa FX Uruguay hace seis años. "Aprendí solo y de a poco", relata este último. "Lo único que se empieza de arriba es un pozo, ¿tamos de acuerdo? Entonces, yo empecé barriendo los sets y terminé aprendiendo. Si tenés un poco de amor al arte y lo hacés con cariño te sale bien. Sin cariño no llegás a ningún lado", dice el creador, entre otras cosas, de aquel Montevideo nevado del comercial de Conaprole.

Si bien en Uruguay no existe una carrera centrada en la especialidad -aunque sí de "realizador" cinematográfico-, el número de técnicos en el mercado laboral casi se triplicó en seis años, pasando de 250 en 2004 a 700 en 2010. Esto, advierte Fernández, no significa que se haya triplicado el trabajo, sino que "está más repartido".

Aunque el 90% de los clientes son extranjeros que contratan productoras uruguayas, que a su vez contratan a estos técnicos, el sector padece del típico contratiempo de Uruguay: la escala.

"El problema acá es el volumen de trabajo, por eso es difícil que cada uno de nosotros nos especialicemos en algo. Capaz que te perfeccionás, que hay algo que te sale mejor, pero todos hacemos todo. No como en Argentina, que hay empresas que se dedican solo a hacer llover", explica Fernández. Sin contar con que los presupuestos que se manejan en esos mercados están por encima de la producción local.

"Creo que aquí tenemos capacidad técnica para hacer muchas cosas, pero a veces no tenés el presupuesto suficiente como para prepararte mejor. No podés comprar herramientas porque después se usan poco o no se usan", agrega.

Justamente, el capital en herramientas que ha venido incorporando Forcella es uno de sus orgullos. Tal vez tenga demasiadas bombas, mangueras y picos de los que va a necesitar utilizar en los próximos años, pero sin ese capital no habría calificado para hacer llover en la película Ceguera y tal vez Fernando Meirelles, el director, hubiese tenido que elegir otra ciudad donde filmar esas escenas.
Fumigadora

El director Fernando Meirelles está por rodar la escena en la que Julianne Moore se larga a llorar bajo la lluvia, mientras la lame un perro. Están en la calle Colón filmando Ceguera, y Federico Forcella es el técnico encargado de hacer llover. "¿No tendrás una fumigadora"?, le pregunta Meirelles. "Sí, tengo", responde y va a buscarla. "Terminamos haciéndole `pf pf pf` en la cabeza", cuenta Forcella. Así de simple fue hacer llover sobre la actriz. "Un monstruo Meirelles", reconoce el técnico.
Fuente: El País Digital

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